El reloj marcaba algo menos de las 21.00h, cuando nos aproximábamos al recinto del Palacio de Congresos, ¡y la vimos llegar!la furgoneta de la JMJ portando en su interior un tesoro, que en dinero poco valor tendrá, pero para el corazón de los cristianos del mundo entero es algo precioso.
La cruz y el icono de la Virgen son un regalo del Beato Papa Juan Pablo II;suponen la presencia de Dios, el misterio de la cruz en el que Cristo nos hace patente su amor que se da por completo, y la maternidad de María, nuestra Reina, nuestra Señora, nuestro modelo; y son un signo de unidad en la comunión y el cariño al Papa y entre todos los cristianos.
Recorren el mundo entero caldeando las almas de las personas que acogen la Jornada Mundial de la Juventud, recorriendo todas las diócesis del país donde se celebra el evento mundial que inventara nuestro querido Juan Pablo II, y que tantos frutos ha dado a lo largo de estos años, sobre todo entre los más jóvenes.
Fue emocionante ver cómo los cristianos de hoy, como Cristo, abrazan la cruz, quieren cogerla, portarla, mostrarla al mundo, y levantarla hasta lo más algo, porque tenemos claro que en ella está nuestra salvación.
Ser cristiano es vivir con Cristo, vivir de Cristo, vivir como Cristo, y El no entendió su vida sin la cruz. De ella brota la vida de la Iglesia, el consuelo, la paz, la alegría y la esperanza.
Así cargaron nuestros chicos de Nuevo Rumbo con la cruz de Cristo, siendo conscientes de que la cruz que llevan en sus vidas, como la que portaron el día 18 de mayo, tiene un sentido si se lleva unida a Cristo. El la llevó y nos enseña a cargar con la nuestra.
Ellos han aprendido que con Jesús a nuestro lado todo pasa, todo se aguanta, todo se consigue. Que El nos bendiga y nos mantenga siempre unidos a su cruz, porque después de ella siempre viene la Resurreción.
José Mª Sánchez G.
Sacerdote
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